Wallada la Omeya – Saurom

A menudo, cuando abrimos un libro de historia, es realmente difícil encontrar una mujer que no aparezca completamente sexualizada o adoptando un rol en relación a un hombre, pero esto se hace aún más difícil cuando hablamos de la Edad Media y, más concretamente, de Al Ándalus. Sin embargo, las hubo, y algunas muy importantes, y aunque durante mucho tiempo quedaron silenciadas, algunas comienzan a recuperar el espacio que se merecen, y a esta causa tiene mucho que aportar la música popular.

Afortunadamente, grupos de heavy metal como los gaditanos Saurom, aportan su granito de arena a la causa recuperando una de esas figuras a través de su canción “Wallada la Omeya”, con letra de Narci Lara y música de Raúl Rueda.

La canción «Wallada la Omeya» en el canal oficial de YouTube de Saurom.

Este tema es la séptima pista de su álbum Once romances desde Al-Ándalus, en el que Saurom hace un tributo a su tierra, Andalucía, recuperando poemas y leyendas de autores andaluces como Bécquer, Góngora o García Lorca, o dedicando directamente letras propias a Andalucía y algunas de sus figuras más ilustres, como ocurre con la primera canción, “Reina de la oscuridad”, o este “Wallada la Omeya”.

Portada del disco ‘Once romances desde Al-Ándalus’ de Saurom.

Pero ¿quién fue Wallada? Pues vamos a descubrirlo de la mano de Saurom: la canción comienza con la siguiente estrofa:

Poetisas del mundo

Bienvenidas a esta tierra

Princesa de imperios

Que ni el cielo hace mella

Wallada la Omeya es el nombre con que ha pasado a la historia, aunque su nombre real era Wallāda bint al Mustakfī, y efectivamente alcanzó la fama gracias a su poesía, de ahí que la canción comience dando la bienvenida a las poetisas del mundo a Andalucía. Pero, ¿por qué eso de “princesa”? Pues no se trata de una licencia del grupo, no es un ornamento, sino que Wallada realmente fue princesa.

Nuestra protagonista era hija de Muhammad al-Mustakfī, califa de Córdoba durante un brevísimo período de tiempo, unos diecisiete meses entre 1024 y 1025, bajo el nombre de Muhammad III. Acabó sus días destronado y asesinado por las fuerzas de Yahya I al-Muhtal.

La poetisa heredó de su padre el epíteto de “la Omeya”, pues el califa, al ser bisnieto de Abderramán III, pertenecía a esta dinastía. Sin embargo, Wallada solo era Omeya por parte de padre, ya que su madre era una esclava que servía en la corte. Esto, que puede resultar curioso, era en realidad bastante habitual en la época, y muchos califas andalusíes fueron hijos de califas y esclavas.

Narci Lara, autor de la letra de la canción «Wallada la Omeya» durante un concierto. Fuente propia.

De su educación se encargó el poeta Ibn Hazm, autor de la que probablemente es la obra literaria de más importancia en Al Ándalus, El collar de la paloma. Este, al darse cuenta de la inteligencia de su alumna, en seguida la introdujo en el mundo de la poesía. Y, según se dice, fueron precisamente sus versos los que la salvaron cuando se produjo la caída de su padre. Tanto le gustó la poesía de la joven al nuevo califa, que decidió mantenerla en la corte como invitada.

Siguiendo con la canción, la segunda estrofa nos dice:

Mi fragua es el corazón

Forjo suspiros en añil

Los astros sienten el rencor

De que una dama sea así.

Los confines del silencio

Atesoran mis secretos.

Parece que existe un consenso en la enorme calidad literaria de los versos de Wallada, versos de un carácter muy personal, en los que la cordobesa volcaba todas sus emociones y sentimientos sin censura.

También son varias las fuentes que coinciden en señalar la belleza de esta mujer, quizá de ahí proceda esa referencia al “rencor” que sienten “los astros”. Pero además de su belleza, Omeya poseía otras características que hacían de ella un personaje realmente singular para su tiempo: las fuentes hablan de ella como una mujer realmente libre, que se sentía libre para opinar y actuar, por lo que a menudo sus contemporáneos, e incluso historiadores posteriores, la definen como libertina, ligera, poco cuidadosa, y demás apelativos que, sin duda, obedecen a una visión arcaica de lo que debía ser una mujer.

Un ejemplo claro del carácter y personalidad de Wallada es que siendo muy joven regentó un salón literario que sirvió de lugar de encuentro de los más famosos escritores de la época. Y convirtió su hogar en una escuela para chicas jóvenes, incluidas esclavas.

Así, no debe extrañarnos el alegato que hace Saurom en el estribillo de la canción:

Va demostrando a la vida que puede triunfar

Porque es mujer, mujer…

Va encarando injusticias por la libertad

Mujer, mujer…

Desde luego, Wallada se convirtió en su tiempo en una de las mujeres más respetadas y alcanzó una notable fama gracias a sus versos. Por lo que sí que podemos hablar de un triunfo. De hecho, con la llegada al poder de Abderramán V, este le otorgó un puesto como consejera.

Saurom (con Wyrdamur) durante su concierto en el Leyendas del Rock 2013. Fuente propia.

Sin embargo, su fuerte carácter también se plasmaba en algunos de sus versos, que han sido definidos por literatos de distintas épocas como demasiado soeces, irónicos, violentos, obscenos… motivo por el que quizá su poesía no gozó de tanta repercusión posterior, siendo rechazada en antologías y colecciones.

Las mangas bordadas

Con su lema, su poesía

Merezco grandeza

Gran respeto y cortesía.

En este punto de la canción, Saurom hace mención a un aspecto que siempre se ha dicho de Wallada, y es que la poetisa se hacía grabar sus propios versos en sus vestidos. Concretamente, algunas fuentes se refieren a un dístico que llevaba bordado en la manga izquierda de un vestido que decía: «Por Alá, que merezco cualquier grandeza y sigo con orgullo mi camino«, de ahí el resto de la estrofa. Sin embargo, en la actualidad son varios los autores que ponen en duda la autoría de dichos versos, ya que la historia de Wallada, como veremos, ha sido muy ornamentada en tiempos posteriores.

Filosofía de mujer

Genio sincero y luchador

Reivindicando humanidad

Exhibe su talento atroz.

En efecto, existen motivos para considerar que algunos de los versos que tradicionalmente se han atribuido a ella, en realidad sean añadidos de otros autores en tiempos posteriores. A día de hoy existen tan solo unos pocos poemas que los estudiosos de la materia atribuyen a ella sin dudar, y la mayor parte consisten en sátiras. Pero el acontecimiento que marca su vida y que hace que hoy se dude tanto de buena parte de su obra aparece recogido en los siguientes versos de la canción:

El amor envenenado

No hará ascuas mi reinado.

Ese amor envenenado al que alude Saurom es la relación que la poetisa mantuvo con el también poeta Ibn Zaydūn. Son muchas las relaciones que se conocen de Wallada con hombres, incluso alguna se ha especulado también con mujeres, sin embargo, nunca llegó a casarse. Y de entre todos sus amantes, destacó él, Ibn Zaydūn.

Este hombre accedió a ella a través de sus versos, enviándole poemas, y pronto comenzaron una relación que acabó bastante mal y de la que nos dan muestra los propios versos conservados de la cordobesa.

En la actualidad, en la ciudad de Córdoba existe este monumento que conmemora el amor entre los dos poetas. Fuente: verpueblos.com.

Al parecer, Ibn Zaydūn comenzó otra relación con una esclava, aunque según otras versiones Wallada habría sido la primera en ser infiel. En cualquier caso, existió una infidelidad y una ruptura de lo más tortuosa, ya que Wallada comenzó entonces un acercamiento a quien sería su protector hasta el fin de sus días, Ibn ‛Abdūs, que pertenecía a una facción política contraria a la de Zaydūn, y desde su posición de ministro consiguió que detuvieran al poeta y le arrebataran todas sus posesiones. No obstante, Zaydūn acabaría sus días dedicando versos a Wallada solicitándole su perdón.

Pero Wallada nunca le perdonó, y entre la obra atribuida a ella, encontramos versos que, de forma poco amable, definen a su antiguo amante como «sodomita activo y pasivo, rufián, cornudo, ladrón y eunuco que se prenda de los paquetes de los pantalones».

La relación entre los dos poetas fue tan sonada ya en su época, que pronto empezó a reflejarse en obras de otros literatos que, poco a poco, fueron añadiendo detalles tales como peleas, otras relaciones de infidelidad, encuentros amorosos y, lo que más difícil hace discernir la obra real de la ficticia, diálogos e incluso versos puestos en boca de cada uno de los amantes.

Hasta el final, Wallada mantuvo sus ansias de libertad, las reivindició y las puso en práctica, y eso lo transmitió a algunas de sus discípulas, como su protegida Muhŷa bint al-Tayyānī al-Qurṯubiyya. Sin embargo, el contexto histórico jugaría en contra de mujeres como ella y, si bien Wallada había contado incluso con el apoyo de hombres poderosos como Ibn ‛Abdūs o Abderramán V, sus discípulas deberían enfrentar tiempos más complicados con la llegada de los almorávides, mucho más radicales que los andalusíes del califato y mucho más restrictivos hacia las mujeres. Quizá no sea casual que la muerte de la poetisa se feche en el 26 de marzo de 1091, precisamente el día en que los almorávides consiguen hacerse con Córdoba.

No obstante, ahí queda el legado de Wallada en forma de versos maravillosos, considerados algunos de los de mayor calidad de la Edad Media peninsular y marcados por esa personalidad que muchos han definido como protofeminista y completamente adelantada a su época. Y se agradece que, por un momento, grupos de heavy metal como Saurom dejen a un lado las batallas para hablarnos de personas que, como ella, hicieron enormes aportaciones a nuestra historia y quedaron silenciadas. Ojalá más grupos de música sirvieran para divulgar la labor de las mujeres a lo largo de la historia.

Bibliografía:

Álvarez Palenzuela, V. A. (2011). Historia de España de la Edad Media. Ariel.

Bellido, J. F. (2003). «Wallada Bint Al-Mustakfi», en Actas del IV Seminario de la Asociación Universitaria de Estudios de Mujeres (AUDEM), vol. 2, 2003. Universidad de Sevilla.

Garulo, T. «Wallada bint al-Mustakfi«, en Biografías. Catálogo de biografías de la Real Academia de la Historia.

Garulo, T. (1985). Diwan de las poetisas andaluzas de Al-Andalus. Hiperión.

López de la Plaza, G. (1992). Al Ándalus, mujeres, sociedad y religión. Universidad de Málaga.

Manzano Moreno, E. (2015). “Épocas medievales”. En Fontana, J., y Villares, R., Historia de España. Crítica.

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